Aunque la inteligencia artificial parezca un concepto de película de ciencia ficción, la realidad es que ese tipo de tecnología forma parte de la vida cotidiana desde hace tiempo.
Los buscadores de Internet, los algoritmos de redes sociales, el texto predictivo o los sistemas de reconocimiento facial en los celulares, por mencionar algunos, es inteligencia artificial aplicada todos los días.
La empresa de tecnología OpenAI, fundada por Elon Musk, creó un software llamado Dall-E, el cual es capaz de crear imágenes al recibir una instrucción en texto.
Se le puede pedir que muestre imágenes de un sillón en forma de aguacate y Dall-E lo crea sin tener un registro previo de algún otro sillón en forma de aguacate.
En 2020, OpenAI lanzó el software GPT-3, una red neuronal que funcionaba con instrucciones de texto y era capaz de procesar oraciones coherentes o responder preguntas, como el buscador de Google.
La empresa de tecnología expandió la red neuronal de GPT a 12 millones de parámetros y ahora es capaz de generar imágenes desde cero.
Esto quiere decir que Dall-E tiene cargada información previa sobre cómo son los objetos del mundo y, cuando se le pide alguno en específico, genera sus propias imágenes.
Dall-E puede crear imágenes de animales u objetos antropomorfos, así como combinarlos para hacer una nueva representación; como una jirafa con forma de tortuga o un lémur haciendo actividades humanas.
La inteligencia artificial también tiene conocimiento temporal y geográfico, pues puede general imágenes de comida china, el Golden Bridge de San Francisco o un reloj de los años 20.
“Reconocemos que el trabajo que involucra la generación de modelos tiene el potencial de generar impactos sociales amplios y significativos”
“En el futuro, planeamos analizar cómo modelos como DALL-E se relacionan con problemas sociales como el impacto económico en ciertos procesos de trabajo y profesiones, el potencial de sesgo en los resultados del modelo y los desafíos éticos a largo plazo que implica esta tecnología”