En 1885, Charles Cretors, un visionario estadounidense, revolucionó la forma en que disfrutamos del maíz al crear la primera máquina comercial para fabricar palomitas. No fue sino hasta el 10 de agosto de 1891, cuando solicitó la patente de su invención, que el mundo conoció formalmente este delicioso bocado. La patente fue concedida en 1893, y ese mismo año, Cretors presentó su invención en la Exposición Mundial Colombina de Chicago, utilizando aire caliente para elevar la temperatura de los granos de maíz.
Sin embargo, la costumbre de consumir palomitas en los cines tuvo que esperar hasta 1929, durante la Gran Depresión económica, para ganar popularidad. Las máquinas inventadas por Cretors se convirtieron en un lujo accesible para muchos durante esos tiempos difíciles, y los carritos de palomitas se convirtieron en una presencia común tanto en los cines como en las calles.
A partir de mediados del siglo XX, la tradición de disfrutar palomitas de maíz en las salas de cine se extendió por todo el mundo, convirtiéndose en un acompañamiento esencial para las películas. A pesar de las críticas por su alto contenido de grasas, sodio y azúcar, las palomitas en su forma más natural son una fuente interesante de carbohidratos, fibra y vitaminas esenciales.
Investigaciones publicadas en la revista de la Asociación Dietética Americana revelan que el consumo de palomitas está vinculado a una mayor ingesta de fibra dietética, así como a ser una fuente rica en polifenoles, compuestos con propiedades antioxidantes beneficiosas para la circulación sanguínea y la salud digestiva.
Sin embargo, no todas las palomitas son iguales. Aquellas industrializadas para microondas o cines convencionales, cargadas con ingredientes añadidos como grasa, sal, colorantes y saborizantes, han sido criticadas por organismos de salud, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido a su contenido de grasas trans.
La opción más saludable se encuentra en las palomitas preparadas en casa con tan solo dos ingredientes: maíz natural y un poco de aceite de oliva. Controlar la cantidad de sal o azúcar añadido es clave para mantenerlas como un aperitivo saludable.