Imagínate esto: eres un oso pardo albino llamado Leo, chillando de felicidad en tu hábitat natural, disfrutando del clima, cuando de repente un grupo de humanos te ve, te observa con cara de asombro y, sin pensarlo, deciden que eres un oso polar perdido. ¡Sí, así como lo lees!
Por alguna extraña razón, pensaron que el calentamiento global había hecho que un oso polar se confundiera y terminara en un lugar que no le correspondía. ¿Y qué hacen? ¡Te llevan al Polo Norte! Así, sin más, como si fueras el oso polar más perdido del mundo.
Ahí estás, Leo, un oso pardo albino, en medio del frío polar, sin tener idea de qué está pasando. ¡Qué tremendo lío! Obviamente, después de un rato, alguien se dio cuenta del error y te regresaron a tu casa. Pero, ¿te imaginas lo que pensó Leo al enterarse de que lo confundieron con un oso polar y lo mandaron al Ártico? ¡Lo peor es que él no sabia qué onda!
¿La lección de todo esto? Antes de suponer que un oso es un oso polar, mejor fíjate bien y no te dejes llevar por la apariencia. ¡Leo no quería ser el nuevo “rey del Ártico”!
