En su octavo álbum, la banda insiste en ese rock entre el granero y el estadio, con canciones que podrían funcionar en el contexto del country rock o la americana
Se empeñan en adornar con líneas de bajo y de guitarra más indies, y una producción que evoca cómo tiene que sonar una banda que aspira a ser cabeza de cartel de Reading & Leeds.
No es casualidad que hayan vuelto a llamar al productor británico Markus Dravs (Arcade Fire, Coldplay) para que se hiciera con los controles. Nadie como él para que estos leones sigan sonando domesticados.
Alguien dirá que esta sucesión de medios tiempos espaciosos te sitúan en un estado de relax de lo más agradable, y algo de eso hay. La voz de Caleb Followill, con esa energía tranquila de quien ya lo tiene todo hecho, puede resultar reconfortante, pero también soporífera.