En un mundo donde a veces creemos haberlo visto todo, llega Flow, la pequeña película de animación que arrasa con emociones, enseñanzas y un toque de humor irreverente. Este film nos sumerge en un futuro peculiar: los humanos han desaparecido y la naturaleza recupera su trono, dejando a los animales como únicos sobrevivientes en un planeta renovado. ¿El resultado? Una aventura épica a bordo de una improvisada balsa al estilo del arca de Noé, en la que la amistad, la resiliencia y el sentido de la vida se ponen a prueba en cada ola.
Un viaje sin palabras, pero lleno de emociones
Dirigida por el talentoso y joven Gints Zilbalodis, de tan solo 31 años, Flow se destaca por contar su historia sin diálogos. Esto, lejos de ser una limitación, se convierte en una oda a la fuerza del lenguaje visual. Al igual que nuestros fieles compañeros de cuatro patas, que se expresan sin necesidad de palabras, los personajes de esta película transmiten una profundidad y sensibilidad que nos invita a reflexionar. La animación aquí no es solo un recurso técnico, es el alma misma del relato, capaz de plasmar desde la crudeza de la supervivencia hasta la ternura de la cooperación en medio de la adversidad.
Animación: El lienzo donde se plasma la imaginación
El cine animado ha demostrado, una y otra vez, que es mucho más que simples dibujos en movimiento. Como bien ha señalado Guillermo del Toro, “la animación es un medio en el que la imaginación se vuelve tangible, donde cada trazo y cada sombra cuentan una historia que trasciende lo literal”. Flow es prueba fehaciente de ello: una obra que evoca la emoción de contemplar una pintura al óleo en constante transformación, donde cada escena nos sorprende y conmueve.
Lecciones de amistad y supervivencia
En Flow, nuestros protagonistas animales, cada uno con su personalidad única y a veces contradictoria, deben unir fuerzas para sobrevivir a una inundación que los obliga a compartir su “arca” improvisada. No se trata de una típica historia de Disney en la que todos dejan de lado sus diferencias; aquí, cada personaje actúa movido por su propio instinto, pero al final, la colaboración y el entendimiento mutuo se convierten en la clave para alcanzar la salvación. Es una lección valiosa que resuena en nuestras propias relaciones, recordándonos que, pese a las diferencias y objetivos individuales, la unión y la empatía pueden transformar cualquier adversidad.
Reconocimiento que trasciende fronteras
La emotividad y el arte de Flow no han pasado desapercibidos. En la reciente premiación de los Globos de Oro, esta joya de la animación se alzó con el galardón a la Mejor Película Animada, un reconocimiento que celebra su capacidad para conmovernos sin necesidad de palabras. Sin embargo, resulta un tanto melancólico que la Academia siga sin considerar plenamente a la animación como un medio capaz de competir por el Oscar a la Mejor Película. Flow nos recuerda que el cine animado es cine en su forma más pura y poética.
Un llamado a ver y sentir
Desde nuestra trinchera, te animamos a sumergirte en este viaje visual y emocional. Flow no solo es una película; es una invitación a cuestionar cómo vivimos, a quiénes dejamos entrar en nuestro “bote” y a quiénes dejamos ir. Con cada imagen y cada silencio, la animación demuestra que es un medio vibrante y valiente, capaz de contar historias que trascienden los límites de lo convencional. No te pierdas Flow, una obra que late con el corazón del cine y nos demuestra, una vez más, que la magia de la animación es, en definitiva, un arte sin fronteras