Cada 7 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha instaurada para recordar que la salud es un derecho básico y universal. Este día, proclamado oficialmente en 1946 por 61 miembros de las Naciones Unidas, busca resaltar la importancia de que todas las personas, sin importar su ubicación o condición económica, tengan acceso a una atención sanitaria de calidad. En especial, se pone el foco en las poblaciones de escasos recursos, que históricamente han enfrentado mayores barreras para recibir cuidados médicos adecuados.
La génesis de esta celebración se remonta al 22 de julio de 1946, cuando representantes de 61 países miembros de la ONU, junto con diez naciones adicionales, firmaron la constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este documento, que entró en vigor en 1948, marcó el nacimiento de una entidad dedicada a promover la salud global. Sin embargo, no fue hasta 1950 cuando se estableció formalmente el Día Mundial de la Salud. La elección del 7 de abril como fecha conmemorativa fue decidida durante la Segunda Asamblea Mundial de la Salud, en homenaje a la fundación de la OMS. Desde entonces, la primera celebración oficial tuvo lugar el 7 de abril de 1950, sentando las bases para una tradición anual que busca generar conciencia y acción.
En las últimas décadas, las campañas de la OMS han centrado sus esfuerzos en un objetivo ambicioso pero esencial: garantizar que la atención sanitaria llegue a todos los rincones del planeta. Esto implica no solo ampliar el acceso a servicios médicos en las comunidades más remotas, sino también asegurar que estos sean asequibles para las familias. La idea es simple pero poderosa: el acceso a la salud no debería ser un privilegio, sino una garantía que impulse el bienestar y mejore la calidad de vida de las personas.
A pesar de los avances, los desafíos persisten. Según datos recientes, al menos la mitad de la población mundial aún no tiene acceso a una atención sanitaria de calidad. Muchas personas se ven forzadas a tomar decisiones desgarradoras, eligiendo entre pagar por su salud o cubrir necesidades básicas como alimentos o vivienda. Esta realidad pone en evidencia las profundas desigualdades que aún dividen al mundo y que la OMS busca combatir.
En este contexto, la Cobertura Sanitaria Universal (CSU) emerge como un pilar fundamental para avanzar hacia un futuro más justo. La CSU no solo es una meta en sí misma, sino también un medio para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados por las Naciones Unidas en 2015. Estos objetivos incluyen la erradicación de la pobreza extrema, el acceso equitativo a servicios de salud de calidad y la reducción de las brechas de desigualdad. La salud, como derecho y como herramienta de desarrollo, se convierte así en un eje transversal para construir sociedades más resilientes e inclusivas.
El Día Mundial de la Salud no es solo una efeméride, sino un recordatorio urgente de que aún hay mucho por hacer. Cada 7 de abril, la OMS y sus aliados renuevan el compromiso de trabajar por un mundo donde nadie quede atrás en el acceso a la atención sanitaria. Es una invitación a gobiernos, organizaciones y ciudadanos a unir esfuerzos para que la salud deje de ser una elección y se transforme en una realidad universal.