Hoy, 4 de abril, recordamos un hito que cambió el rumbo de la tecnología. Fue en este día en 1975 cuando dos jóvenes visionarios, Bill Gates y Paul Allen, decidieron apostar por el futuro fundando Microsoft en Albuquerque, Nuevo México.
Inspirados por un artículo de Popular Electronics sobre el revolucionario microordenador Altair 8800, los amigos concibieron la idea de desarrollar un intérprete para el lenguaje BASIC. Este primer proyecto no solo facilitó la programación del Altair, sino que también marcó el inicio de una travesía que transformaría el mundo del software.
De ese modesto comienzo surgió una de las compañías más influyentes a nivel global, reconocida hoy por productos emblemáticos como el sistema operativo Windows y la suite Office. Microsoft no solo revolucionó la informática personal, sino que también dejó una huella imborrable en la forma en que interactuamos con la tecnología.
Este día nos invita a reflexionar sobre cómo una chispa de ingenio y determinación puede encender el motor de la innovación, recordándonos que grandes logros nacen de pequeños comienzos.