Jeff Bezos, fundador de Amazon, y la ex conductora Lauren Sánchez celebraron su boda en Venecia, una ciudad que, entre el asombro y el descontento, presenció una semana de festejos opulentos, con invitados de élite, paisajes renacentistas y una derrama económica estimada en más de 33 millones de dólares.
La pareja eligió la isla de San Giorgio Maggiore como escenario de su ceremonia, donde intercambiaron votos frente a figuras como Kim Kardashian, Leonardo DiCaprio, Ivanka Trump, Oprah Winfrey y la reina Rania de Jordania, con música de Matteo Bocelli, hijo del tenor Andrea Bocelli.
El evento —cuyo costo total podría superar los 40 millones de euros dividió a la ciudad. Mientras autoridades como Luca Zaia, presidente de la región del Véneto, defendieron el impacto positivo en la economía local y destacaron una donación de Bezos de tres millones de euros a iniciativas culturales y ambientales, otros residentes y activistas manifestaron su rechazo.
“Esta boda es aceptable hasta cierto punto porque genera dinero, pero va contra la cultura y la naturaleza de la ciudad”, expresó Chiara Trabuio, una joven estudiante veneciana. Grupos como Extinction Rebellion y Greenpeace también protestaron por el daño ecológico del evento, incluyendo los traslados en jets privados.
El Ministerio de Turismo italiano calculó que la visibilidad mediática podría generar hasta mil millones de dólares en beneficios para la ciudad, aunque aún falta comprobarlo con datos concretos.
Mientras unos celebran la transformación de Venecia en un “pequeño Montecarlo”, otros recuerdan que la ciudad enfrenta una crisis de sobrepoblación turística, desplazamiento de habitantes locales y vulnerabilidad ambiental. Para muchos, la boda de Bezos simboliza tanto el esplendor como la fragilidad de la ciudad flotante.