En el barrio de Coghlan, Buenos Aires, un grupo de albañiles excavaba como cualquier otro lunes… hasta que entre la tierra apareció algo que no estaba en los planos: huesos humanos.
Y hasta ahí, ya teníamos misterio. Pero lo que hizo que a más de uno se le enchinara la piel fue descubrir que el terreno pertenece a la casa donde vivió Gustavo Cerati entre 2001 y 2003. Sí, el de Crimen, el de Puente, el que nos advirtió:
🎶 “Otro crimen quedará… sin resolver.”
La propiedad, ubicada en Av. Congreso al 3700, fue alquilada por Cerati en su etapa solista. Por ahí pasaron también músicos como Hilda Lizarazu o Tito Losavio. Pero antes de ser refugio creativo, el lugar fue dos cosas más:
Una iglesia (la Parroquia Santa María)
Un geriátrico
Y si eso no enciende tu radar conspiranoico, agárrate del incienso:
¿Fieles enterrados con discreción bajo la cruz?
¿Ancianos olvidados, fallecidos sin familia?
¿O simplemente un secreto tan bien guardado que ni la CIA, ni la KGB, ni el FBI lo han podido encontrar?
🎶 “Vámonos, salgamos de esta habitación
Escondámoslo en algún lugar seguro…”
Sí, eso lo cantaba Cerati en “Cuerpo del delito”. Porque claro, la música a veces parece tener memoria profética.
Los restos fueron encontrados junto a pertenencias como relojes. La Policía Científica y la Fiscalía Nº61 están analizando la antigüedad y el origen de los huesos, pero por ahora, no hay conclusiones firmes. Solo muchas preguntas, y una buena dosis de paranoia poética.
Porque las coincidencias están demasiado alineadas:
Un pasado como iglesia.
Una etapa como geriátrico.
Un ícono del rock argentino escribiendo sobre crímenes sin resolver.
Y ahora, literalmente, restos enterrados bajo el arte.
Y si vamos a jugar con el soundtrack de la sospecha, “Crimen” también parece encajar como pieza clave:
“¿Qué otra cosa puedo hacer?
Si no olvido, moriré
Y otro crimen quedará…
sin resolver.”
Lo cierto es que nadie sabe (todavía) de quién son esos huesos ni cuándo fueron enterrados. Pero ahora, el sitio donde alguna vez vibraron los acordes de Bocanada es también una cápsula de secretos, un capítulo perdido entre los renglones de Cerati.
Y si esto no es el inicio de una buena teoría conspirativa, entonces no sé qué es. Porque como diría el propio Gustavo:
🎶 “No tienen pruebas, ni identikits.
No es posible la reconstrucción…”