Comemos sin hambre, ¿por qué?
¿Le ha ocurrido algo parecido en alguna ocasión? Sería obvio pensar que, si queremos comer, es porque tenemos hambre. Sin embargo, esta no es la única causa por la que comemos.
Está claro que comer es un acto fisiológico necesario. Ahora bien, el deseo de comida puede estar influido por muchas causas. La mayoría de ellas no son fisiológicas, sino emocionales.
En los simples actos de seleccionar alimentos y comer influyen varios factores que todos conocemos. Pueden ser el hambre, el apetito (antojo), la disponibilidad del alimento… Sin embargo, también influyen las emociones, el estado de ánimo, la sensación de estrés o ansiedad e incluso el aburrimiento
¿Es importante que cambie este hábito?
En principio, no tenemos por qué considerar esto como un problema. La cosa cambia si se convierte en una rutina. En este momento comenzaríamos a depender de la comida para satisfacer nuestras necesidades emocionales.
Además de que fisiológicamente hay una afectación obvia, a nivel emocional existen consecuencias graves. Es precisamente en este nivel donde se encuentra la raíz del problema.
Por ello, es un hábito al que tenemos que prestar atención, de cara a poder modificarlo. Algunas de las causas son que puede conducirnos a tener sobrepeso u obesidad o a desarrollar otros trastornos alimenticios severos, perjudicando nuestra salud.