Cada 12 de febrero, el mundo conmemora el Día de Darwin, una fecha dedicada a celebrar el nacimiento de Charles Darwin en 1809 y a honrar su invaluable legado en la ciencia y la biología. Más que un simple homenaje, este día busca reivindicar la vida y obra de un hombre cuya curiosidad cambió para siempre nuestra comprensión del mundo natural.
Desde su infancia, Darwin se destacó como un niño diferente. Soñador y solitario, pasaba horas inmerso en un universo de imaginación y experimentación con pequeños animales. Aquella fascinación infantil por la naturaleza fue el punto de partida de una carrera que lo llevaría a formular una de las teorías más revolucionarias de la historia.
Darwin es conocido como el padre de la evolución, un título que se ganó tras publicar su obra maestra, El origen de las especies. En este libro, desafió las creencias establecidas al proponer que todas las formas de vida, incluidas las humanas, provienen de un ancestro común. Con el tiempo, las especies se adaptaron a su entorno y evolucionaron, un proceso guiado por la selección natural.
Su camino hacia esta reveladora conclusión no fue sencillo. Emprendió una expedición épica alrededor del mundo, un viaje que le permitió recopilar evidencias y vivir experiencias que marcarían su pensamiento científico.
Hoy, Darwin sigue siendo un símbolo del pensamiento crítico y la exploración científica. Su legado trasciende el tiempo y continúa inspirando a nuevas generaciones a cuestionar, investigar y maravillarse con el mundo natural.
