Cada 7 de marzo se alza un homenaje mundial para recordar a aquellos funcionarios policiales que han perdido la vida en el cumplimiento de su deber. Esta efeméride no solo busca honrar su sacrificio, sino también generar conciencia acerca de los riesgos permanentes que enfrentan quienes dedican su vida a proteger a la comunidad.
El objetivo principal de esta conmemoración es doble. Por un lado, se pretende sensibilizar a la sociedad sobre la importancia y el peligro inherente a la función policial, y por otro, inspirar a futuras generaciones a asumir este noble compromiso, fundamentado en la ética, el profesionalismo y una inquebrantable vocación de servicio.
El legado internacional en materia de cooperación policial tiene sus raíces en 1923, cuando se creó en Viena (Austria) la Comisión Internacional de Policía Criminal. Con el tiempo, esta institución evolucionó hasta convertirse en INTERPOL, organismo que hoy agrupa a 194 países y cuenta con Oficinas Centrales Nacionales. Su labor abarca áreas críticas como el terrorismo, el tráfico de personas, la seguridad pública, el narcotráfico, la pornografía infantil y la corrupción, entre otros desafíos globales.
Para conmemorar esta significativa fecha, INTERPOL ha dispuesto dos placas conmemorativas ubicadas en su sede central en Lyon (Francia) y en el Complejo Mundial para la Innovación en Singapur. Estos monumentos sirven como recordatorio permanente del sacrificio de aquellos oficiales que dieron su vida en servicio, mientras que en varios países se realizan actos conmemorativos, se ofrecen ofrendas florales y se entregan reconocimientos post mortem a las familias de los policías caídos.
Este día nos recuerda el alto costo que puede tener la defensa de la paz y la seguridad pública, y nos invita a valorar y apoyar a quienes arriesgan su vida para proteger a todos.
