¿Te acuerdas de He-Man gritando “¡yo tengo el poder!” o de los Thundercats corriendo en cámara lenta con música épica? Bueno… prepárate para el plot twist: muchas de esas caricaturas eran en realidad comerciales de media hora para venderte juguetes.
En los años 80, una jugada maestra (y algo maquiavélica) cambió el mundo del entretenimiento infantil. Resulta que, antes de esa década, estaba prohibido hacer caricaturas con fines meramente comerciales. Pero en 1983, la legislación cambió en Estados Unidos y las marcas aprovecharon para crear dibujos animados que no solo contaban historias… sino que vendían juguetes a lo loco.
💸 He-Man y los Amos del Universo, por ejemplo, nació porque Mattel tenía la línea de figuras lista pero no sabía cómo venderla. Solución: inventar un universo entero para justificar músculos, espadas, villanos esqueléticos y castillos parlantes.
Lo mismo pasó con Transformers, G.I. Joe, My Little Pony, Las Tortugas Ninja y hasta Power Rangers en los 90 (aunque ese ya era reciclaje japonés con doblaje cool).
🎯 La fórmula:
👀 Dato nostálgico:
Los escritores de He-Man tenían que inventar nuevas armas, vehículos o enemigos cada semana porque Mattel ya los tenía listos como prototipos para vender. Literal, el guion seguía al juguete, no al revés.