La guerra por la creatividad se intensifica. Ahora, dos de los grandes exponentes del cine mexicano, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón, se unen a más de 400 artistas en una lucha contra la creciente amenaza que representa la Inteligencia Artificial (IA) para la industria del entretenimiento. Su enemigo: una legislación propuesta que podría debilitar las protecciones de derechos de autor y poner en riesgo el control sobre la creación artística.
La polémica comenzó en Reino Unido a principios de marzo, cuando un grupo de músicos lanzó el “álbum mudo” como forma de protesta contra un gobierno que buscaba permitir el uso de la IA para generar materiales musicales sin el permiso ni la compensación correspondiente a los creadores originales. Ahora, la batalla se ha extendido a Hollywood y el mundo del cine.
Del Toro y Cuarón han firmado una carta abierta dirigida a la Oficina de Política Científica y Tecnología de la Casa Blanca. En el documento, se critica abiertamente la iniciativa del gobierno, impulsada por el presidente Donald Trump, que pretende modificar las leyes de derechos de autor para que la IA pueda utilizar obras protegidas sin compensar al creador original. Entre otros firmantes se encuentran figuras como Paul McCartney, Aubrey Plaza, Chris Rock, Taika Waititi, Ron Howard, Mark Ruffalo y Cate Blanchett.
La carta subraya que “el liderazgo de Estados Unidos en IA no debe lograrse a costa de nuestras industrias creativas esenciales”. Los firmantes alertan que permitir un uso indiscriminado de las obras protegidas —películas, series, música, arte y literatura— podría erosionar una fuerza económica y cultural que, para ellos, es invaluable.
Si bien los artistas luchan por el respeto a su trabajo y una justa compensación, algunas compañías tecnológicas, como Google, apoyan la iniciativa gubernamental. Argumentan que liberar los derechos de autor permitiría a los sistemas de IA aprender y generar avances científicos y sociales. Sin embargo, desde el sector creativo se teme que esta medida beneficie, en última instancia, a competidores internacionales, especialmente a China, al potenciar el entrenamiento de modelos de IA en detrimento de la industria creativa estadounidense.
Con esta carta, Del Toro y Cuarón demuestran que el arte es, y debe seguir siendo, propiedad de sus creadores. En un mundo en el que el arte podría terminar siendo “de todos y de nadie a la vez”, estos cineastas se alzan como defensores de una industria que ha sido, durante décadas, una fuente vital de inspiración, identidad y prosperidad cultural.
La contienda se presenta como una de las batallas más decisivas en la intersección entre tecnología y creatividad. Mientras el debate se extiende, lo cierto es que el futuro del arte, y de quienes lo hacen posible, está en juego.